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Invitación
Quienes trabajamos en un Jardín Botánico sabemos escuchar a los árboles y, además, entretejemos historias de abejas y cascarudos, nos alegramos cuando croan los sapos y conocemos la inmensa alegría de la primera flor cuando llega la primavera.
Para poder hacer todo esto, tuvimos que estudiar, investigar y, sobre todo, tener mucha paciencia en el aprendizaje de los secretos de la biología y la botánica, la ecología, la física, la química, la edafología….y muchas otras ramas de la ciencia que confluyen en uno de los quehaceres más enciclopédicos que puedan describirse.
No basta con saber; también hay que poder trasmitir ese saber a quienes nos rodean, con palabras claras y sencillas que expliquen, paradójicamente, uno de los mecanismos más complicados que existen: el ciclo de la vida.
Y quienes trasmiten conocimiento, dentro de un Jardín Botánico, son sus educadores: maestros disfrazados de guías, guardaparques y aventureros que se emocionan con el verde de las hojas y la sonrisa de los más chicos. O profesores universitarios que desgranan los secretos de la biología en la forma de aceites esenciales u hojas pinnadas.
La educación es uno de los bienes tangibles y esenciales que conforman el legado de un Jardín Botánico para su sociedad y es uno de los pilares del trabajo del Jardín Botánico de Buenos Aires “Carlos Thays”. Por eso estamos orgullosos de que Buenos Aires sea la próxima sede del Congreso Internacional de Educación en Jardines Botánicos y podamos hacer realidad el lema que se impuso: manos, mentes y corazones para una educación con sentido.
Graciela Barreiro
Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires “Carlos Thays”